Incluso la proximidad de un poblado ibérico también indicaba que durante la época íbera la cueva fue conocida y explorada, al igual que durante la larga dominación romana, a la vista de una lápida encontrada dedicada a Caio Cneo Craso, hijo del cónsul romano Marco Licinio Craso.
Sin embargo, no fue hasta el año 1902, cuando se realizó la primera exploración conocida, alcanzándose la Boca del Forn (un estrecho paso que a través del pequeño espacio que dejaban las aguas en aquella época, marcaba el límite de la parte accesible de la cueva).
[6][7][8] Durante los siguientes años fue creciendo el interés por conocer con detalle la cueva, y en 1915 el historiador Carlos Sarthou Carreres realizó una exploración parcial.
Tras el mismo y paralela a la misma se presenta una zona seca ("Galería Seca"), al final de la cual y volviéndose a unir con la galería inundada, concluye el recorrido turístico.
Por último, y tras superar varios sifones, se accede a una amplia galería obstruida en su final por grandes bloques, con posibilidad de un paso entre los mismos.