Es una palabra de origen africano que se introduce en Francia en el siglo XVI como grigri (también un elemento de escalada) o gri-gri (Académie française), cuyo plural es gris-gris o grisgrís (como lo adopta el DRAE).
Llevado por los esclavos a América, donde adopta la forma gris-gris, en el vudú sigue siendo un amuleto o talismán protector.
Forma parte del imaginario mágico africano procedente de los yorubas y los hausas.
Un buen grisgrís hecho en Nueva Orleans debe prepararse en un altar que contenga los cuatro elementos: tierra, aire, agua y fuego, es decir, sal, incienso, el líquido elemento y la llama de una vela.
En santería, las bolsitas grisgrís se llaman resguardos o protectores, dedicados a los santos, como el resguardo a san Miguel Arcángel o el dedicado a Shango (Santa Bárbara), dios del trueno, que contiene hierbas, especias, azúcar moreno, piedras u otras reliquias sagradas.