Siguió sus primeros estudios en Cosenza y luego fue llamado a Roma por su tío, quien siendo prelado quería adelantarle en la jurisprudencia o en el estado eclesiástico; pero Leti naturalmente disipado y de costumbres algo licenciosas, desechó estas proposiciones y volvió a Milán a esperar que fuese mayor de edad.
Siendo dueño de su corto patrimonio, se apresuró a satisfacer su pasión por los viajes y gastó en poco tiempo cuanto tenía.
Volvió a Ginebra en 1660, abrió una escuela para la enseñanza del italiano y al poco tiempo empezó a publicar varios escritos satíricos contra la Iglesia romana, mereciendo así la protección de los magistrados de la ciudad.
Grégoire Leti era un escritor incansable; generalmente trabajaba 12 horas al día y en varias obras a la vez.
La lista de sus obras ocuparía muchas columnas, y así solo citaremos: Diccionario histórico o Biografía universal, 1834