En sus orígenes, la Orden de San Mauricio era una Ordine combattente, es decir, una orden militar de guerra, que se otorgaba por la lucha contra los luteranos y los calvinistas.
No obstante, durante el siglo XVI la Orden acabó por perder su razón militar de ser.
En esta época se hallaba dividida en dos grados: Gran Cruz y Caballero.
En 1839 se introdujo la Medalla de Mauricio por un servicio militar.
El rey Víctor Manuel II hizo renacer la Orden, concediéndola por un servicio distinguido en los ámbitos civil y militar, considerándola como una orden con mayor exclusividad que la Orden de la Corona de Italia.