Gonzalo Ariza

Su madre, María Vélez Montgomery, lo impulsó a desarrollar su talento artístico desde su más tierna infancia.

A los doce años obtuvo su primer reconocimiento artístico en un concurso de dibujo, figurando en el diario colombiano “Mundo al día”.

Y era este, justamente, el gran interrogante que comenzaba a presentarse en su búsqueda pictórica: ¿cuáles podían ser los temas, las técnicas y los horizontes de un arte propio, auténtico, contra la indiscriminada importación de modelos europeos?

En varias ocasiones rechazó, por este motivo, su adscripción a este grupo, prefiriendo ser vinculado a la tradición pictórica inaugurada por la Comisión Corográfica y por pintores viajeros como Riou y Edward Mark.

Estudió grabado en la escuela Koto Kogei Gakko en Tokio, asistiendo con entusiasmo a las clases de los maestros Maeda e Itō.

Un inmediato sentimiento de familiaridad surgió, asimismo, en Ariza durante sus visitas a los museos arqueológicos de la ciudad, al apreciar una asombrosa similitud entre las figuras Haniwa y la cerámica precolombina.

La influencia de la estética japonesa en su obra no se limitó, pues, a un mero manierismo exterior, bajo forma de “estilo”, sino que correspondió a la resonancia conceptual y espiritual del arte japonés en el pintor bogotano.

Es la nubo-selva y entre la niebla se descuelgan los antiguos caminos de herradura que construyeron los indígenas.

[...] Cuando predominan los vientos húmedos del Tequendama el paisaje se disuelve en formas insólitas dentro de una atmósfera plateada en que todo parece flotar; unos minutos después las formas recobran su nitidez con el brillo del sol.[...

Otras 40 obras viajaron a Manizales, mientras que en 1942 Ariza obtendría el segundo premio en pintura en el III Salón de Artistas Colombianos (Bogotá), con los óleos “Día Frío” y “La Sabana”.

Con su prolífica producción, Ariza se inscribió en el debate artístico de la época, en el que participó en primera persona, escribiendo numerosos artículos para diarios y revistas, entre los que sobresale el ensayo “La pintura en Colombia”.

A partir de 1958, de nuevo en Colombia, se sucederían dos exposiciones en el Museo Nacional (1961 – individual; 1963 – colectiva, titulada “El siglo XX y la pintura en Colombia), dos en la Biblioteca Luis Ángel Arango (1962, 1963) y una exposición colectiva itinerante por los Estados Unidos, inaugurada en Fort Lauerdale y titulada “30 pintores colombianos”.

En 2002 el Museo Nacional realizó una exposición temporal que contó con 14 piezas de Ariza y 10 de otros paisajistas colombianos de finales del siglo XIX y comienzos del XX: Eugenio Peña, Luis Núñez Borda, Ricardo Portocarrero, Ricardo Gómez Campuzano, Coriolano Leudo, Domingo Moreno Otero y Félix María Otálora.