Muchas otras culturas han masticado sustancias similares al chicle hechas de plantas, hierbas y resinas.
Los colonos de Nueva Inglaterra retomaron esta práctica y en 1848 John B. Curtis desarrolló y vendió el primer chicle comercial llamado «The State of Maine Pure Spruce Gum».
Para endulzar estos chicles tempranos, el usuario menudo utilizaba un plato de azúcar en polvo en el que sumergía repetidamente la goma para mantener la dulzura.
Colgan mezcló azúcar en polvo con tolu, un aromatizante en polvo obtenido del extracto del árbol de bálsamo (Myroxylon), creando pequeños palitos de chicle con sabor que llamó «Taffy Tolu».
Las gomas de mascar sintéticas se introdujeron por primera vez en los EE. UU.
La saliva también contiene calcio y fosfato adicionales que promueven el fortalecimiento del esmalte.
El chicle sin azúcares promueve la salud dental y previene la erosión del esmalte al proporcionar minerales para los dientes.
[7] Ya con anterioridad se había sugerido que los filósofos de la antigua Grecia animaban a sus alumnos masticar chicle para fomentar el razonamiento.
[8] El médico y farmacólogo de la antigua Grecia Dioscórides recomendaba la resina del lentisco (Pistacia lentiscus) por sus presuntas propiedades curativas.
En otro experimento realizado por el doctor Onozuka se comprobó que el acto de masticar aumenta la actividad del hipocampo.
Scholey sugiere que el ejercicio realizado mediante el acto de mascar aumenta la frecuencia cardíaca en 3 latidos por minuto y por tanto mejoraría la perfusión cerebral; por otra parte no descarta que el mascar produjera la liberación de insulina, como un reflejo condicionado, que se adheriría a los receptores del hipocampo.
[10] En el 2002, se realizó otro experimento similar capitaneado por científicos de la Universidad de Northumbria en Inglaterra, y se comprobó que las personas que mascaban chicle obtuvieron una mejora del 35 por ciento en su capacidad para recordar palabras.
El gobierno canadiense llegó a clasificarlo en principio como una «sustancia de riesgo potencialmente alto».
En Singapur el hecho de masticar chicle en la vía pública se considera un acto penado por la ley, cuyas sanciones pueden ir desde cuantiosas multas hasta posibles arrestos.