Gobierno belga en el exilio

Encabezados por el primer ministro, Hubert Pierlot, se establecieron en Londres y fueron reconocidos como la única autoridad legítima de su país por los Aliados.

El Gobierno administró el Congo Belga y puso sus recursos a disposición de los Aliados.

Además, se hizo cargo de los refugiados belgas en el Reino Unido, apoyó económicamente a la resistencia en Bélgica y mantuvo cierta influencia en el ejército exiliado.

Al retirarse a Francia, lo dejaron sin alguien que refrendara sus acciones, y aunque el monarca buscó nombrar tres nuevos ministros —Henri de Man, Auguste Tilkens y Raoul Hayoit de Termicourt—, no logró su cometido, pues no pudo deponer a su gabinete.

[12]​ La ruptura entre el Gobierno y el monarca originó una crisis constitucional que dejó a los funcionarios públicos sin una autoridad superior clara.

Ambos ministros pasaron a España, donde fueron detenidos y puestos en arresto domiciliario por el gobierno franquista.

En sus comienzos, sus labores se centraron en los ministerios de Colonias, Finanzas, Defensa y Relaciones Exteriores.

No obstante, en su mayoría los departamentos fueron «cascarones vacíos» conformados por especialistas cuya función fue preparar el retorno a su país.

[23]​ Por otra parte, según Conway, la mayoría del resto de los ministerios se quedaron en Francia y no tuvieron un papel relevante en los años subsecuentes.

[15]​ Los departamentos ministeriales crecieron de forma constante, especialmente a medida que se liberaba el territorio belga.

En palabras de Henau, las «aversiones personales» y la «mezquindad» impidieron la «colaboración amistosa» entre los ministros.

Junto con ese país, Estados Unidos —principalmente Nueva York— y Portugal también fueron destinos de los refugiados.

[27]​ Ante el Blitz, el Servicio Central repartió dinero, ropa y comida con fondos obtenidos en América.

[30]​ De acuerdo con Epstein, cuando se firmó el armisticio, aún quedaban en Francia soldados belgas enviados allí para su adiestramiento y fue en ellos en los que el gobierno exiliado depositó inicialmente sus esperanzas.

[31]​ No obstante, algunos soldados ya habían logrado llegar a suelo británico anteriormente.

[33]​ En noviembre de 1942, catorce soldados incluso se amotinaron y exigieron que las unidades entrasen en combate.

[18]​ Por su parte, Gutt representó al Gobierno en el exilio y tuvo, junto con Georges Theunis y René Boël, un «importante» papel en la Conferencia de Bretton Woods, en la que además se desempeñó como uno de los cuatro vicepresidentes.

En consecuencia, las autoridades del Reino Unido reconocieron al Gobierno exiliado y cesaron la propaganda contra el rey Leopoldo.

[18]​ El Gobierno había suspendido la convertibilidad del papel moneda cuando Alemania invadió el país y el Banco Nacional de Bélgica había trasladado sus reservas de oro a partes iguales a Francia, Estados Unidos y el Reino Unido.

Sin embargo, las condiciones de trabajo que se impusieron para aumentar el rendimiento generaron descontento entre la población y accidentes con víctimas mortales.

No obstante, al rey le disgustó la acusación de traición, que consideraba injustificada.

Sin embargo, según Bowman, temía que la Légion eliminase la monarquía después de la liberación.

Sin embargo, los jefes de esos grupos temían que el Gobierno pretendiese dominar sus organizaciones y simplemente colaborar con ellas; esta desconfianza dificultó las relaciones entre las dos partes.

[48]​ En julio de 1944, el general Jules Pire, que mandaba el Armée, accedió a una demanda del gobierno exiliado: reconocer que el grupo no tendría participación en el mantenimiento del orden después de la liberación.

[56]​ Seis días después, el gobierno en el exilio regresó al país, donde se lo acogió en general con indiferencia.

La experiencia en el exilio no tuvo, sin embargo, efectos duraderos en Bélgica por varias razones, principalmente la menor magnitud del exilio en comparación con el de la Primera Guerra Mundial, la situación en Bélgica durante la ocupación y el conflicto del Gobierno con el rey.

[44]​ Knight indica que la élite belga logró recuperar parte del prestigio que perdió durante la ocupación al asumir una gran porción de los costos de la misma, así como por ayudar a mantener bajos los impuestos.

Poco después, en febrero de 1945, el socialista Achille Van Acker encabezó un nuevo gobierno de unidad nacional que excluyó, salvo por Spaak, a todos los miembros del que había estado exiliado en Londres durante la contienda mundial.

No obstante, esa unidad acabó cuando surgió la Cuestión Real, que dividió a las organizaciones políticas: unas tomaron partido por el rey, como el Católico, y otras formaron una coalición «antirrealista» que denominaron «el gobierno de la resistencia».

Hubert Pierlot (izq.), primer ministro del Gobierno en el exilio, en abril de 1944.
Refugiados belgas en Londres , 1940.
Tropas belgas durante entrenamientos en Gales , 1941.
Afiche de 1942 con las banderas de los firmantes originales de la Declaración de las Naciones Unidas .
Suministros para la resistencia belga lanzados por aviones de la Real Fuerza Aérea británica al norte de Bruselas .