El general Elio, al principio, quiso colocar una estatua del rey Fernando VII, pero al final y con el dinero recaudado con esta finalidad se compraron varias especies botánicas: naranjos, sauces, fresnos, etc., así como varias esculturas procedentes del antiguo huerto del canónigo Antonio Pontons García (situado en Patraix), muchas de las cuales han ido a embellecer otros jardines de la ciudad.
Con estas actuaciones, el paseo se le considera jardín a partir del año 1819.
En realidad, estas no acabaron hasta el 1844, ya que durante casi veinte años se realizaron diferentes mejoras y cambios.
[3] En este periodo, la Glorieta se presenta como un espacio con un cierre rígido con seis puertas: una que se abre en la calle del Mar, y opuesta a ésta la que desemboca en la muralla; dos más que se abran hacia la plaza de Santo Domingo y hacia la plaza del Príncipe Alfonso (lugar que ocupa actualmente el Parterre) respectivamente, y dos más, la una frente a la valla del convento de Santo Domingo y el otra ante el palacio de la Aduana.
La entrada principal de esta época era la situada frente a la calle del Mar, construida bajo la dirección del arquitecto Cristóbal Sales y rematada por dos leones de piedra que sujetaban con sus garras sendas esferas y llevaban al lomo amorcillos con emblemas, esculturas que realizó Vicente Piquer.
Otro camino transversal cruzaba desde el Parterre hasta el lado opuesto, prácticamente igual que el trazado anterior.
[4] El ensanchamiento de las aceras provocó que la estatua del Tritón fuera desmontada y guardada en un almacén municipal.
También se plantan pinos canarios, palmeras y ficus de hoja ancha, entre otras especies botánicas.
[5] Un año después, la escultura del Tritón volvió a la Glorieta, donde se colocó en una fuente existente en la actualidad, adosada al bosque.
Con esta reforma, se cambió totalmente la forma de la Glorieta, tanto con respecto a elementos estáticos como en la vegetación.
En la plaza central se colocó el pabellón que se utilizaba en la Alameda durante la Feria de Julio y a su alrededor, en círculo, veinte pabellones destinados a la exposición de vinos, aceites y otros productos agrícolas.
[7] Este fue un acontecimiento importante; durante la noche, estaba iluminada con luz eléctrica, ya que se puede considerar como el antecedente de las ferias agrícolas actuales.
[8] En 1895, el arquitecto Antonio Ferrer González construye una Casa de Socorro en el interior del parque, entre el café y la reja recayendo en capitanía, ubicada en el mismo solar donde antes había unos almacenes.
[9] La construcción del teatro no fue popular, hasta el punto de que se llegó a instruir expediente para su derribo.
Esta reforma cambió el aspecto del jardín, pero no mucho su estructura, ya que la plaza y la distribución de los paseos restó igual.
Entrando por esta parte libre, se encuentra a la izquierda la fuente del Tritón, con la estatua de Ponsonelli.
La parte central es la más amplia y desprovista de vegetación, está destinada a juegos infantiles.
Estos árboles están acompañados por otros como casuarinas, Cupressus, Pinus, eucalipto y Brachychiton.
La escultura más importante del jardín es el Tritón, obra inspirada en una similar de Bernini.
La fuente tiene como personaje central el Tritón, escultura realizada en mármol blanco y que se levanta sobre rocallas, acompañado por otros seres de la mitología griega.
Las otras esculturas que se encuentran en la actualidad en la Glorieta son de la década 1918-1928, dedicadas principalmente a pintores.
El monumento, de mármol blanco y bronce, muestra al médico sentado en un banco con dos niños a sus pies.
Las otras esculturas están dedicadas a diversos pintores: Antonio Muñoz Degrain, formada por un busto en mármol sobre un pedestal que forma un banco de piedra, sufragado por el Círculo de Bellas Artes en su mayor parte y colocado aquí en 1915; es obra del escultor valenciano Francisco Marco Díaz-Pintado.