En 1913 comenzó con una buena colocación (5 en conjunto) en la carrera "Parma-Poggio di Berceto", siempre con Alfa Romeo.
Al año siguiente ganó el Gran Premio de Francia, disputado en Lyon.
Obtuvo una segunda posición en el Gran Premio de Francia en 1933.
La Targa Florio fue la única carrera entre los grandes clásicos que nunca pudo conquistar: en la gran carrera de Sicilia, a la que asistió en trece ocasiones, fue segundo en 1928 y obtuvo cuatro cuartos puestos en 1924, 1929, 1930 y 1931.
En la misma mancha de aceite, detrás de él, se salieron de la pista también Borzacchini, Castelbarco y Barbieri: el primero pudo ser rescatado aún con vida, pero murió poco después, mientras que los otros dos salieron prácticamente ilesos.