[2] Al procurarse la representación del parecido físico, más o menos idealizado, se les considera retratos.
Típicamente se representa al muerto en un estado de "eterno reposo", yaciendo con las manos dobladas en oración y esperando a la resurrección.
En el mismo período pequeñas figuras de dolientes llamados pleurants (plañideros) se solían añadir en tumbas importantes debajo del yacente.
En la Edad Moderna europea los yacentes a menudo se representan vivos, arrodillados o bien en una pose más activa, especialmente para figuras militares.
La efigie yacente volvió a ser tendencia durante el período neogótico del siglo XIX, especialmente para los obispos y otros clérigos.