Girolamo Scotto
El primer indicio lo ofrece Giacomo Pignatelli, sin citar fuentes, en sus Novissimae Consultationes Canonicae (1719, p. 314): “Scotus parmensis magus anno salutis 1549, in aula Caroli V, gloriabatur se arte praeditum cognoscendi cogitationes secretissimas”, que constituye la actuación más antigua conocida de mentalismo y que seguramente se dio en la misma ciudad de Piacenza.Mas conviene remarcar aquí la importancia del capítulo que tratamos, el más pronto en recoger por escrito las anécdotas del taumaturgo Girolamo Scotto según nuestros datos y si aceptamos que fue dictado por Zapata en 1593-1594.Colonia, Peter Henning, 1657, II, XII, 6, p. 173) cita a este Scotus Parmensis entre los que gracias a su arte pudieron mostrar banquetes ficticios: Possunt exhibere convivía, vel phantastica plane, ut arbitror fuisse Aegyptiorum; de quibus apud Origenem Celsus, & Brachmanum apud Philostratum, & Paseti, apud Suidam, & exhibebat superioribus annis Scotus Parmensis, ex cuius epulis saturi, ut sibi visi, convivæ, mox fame vera cruciabantur.Su eco literario, por supuesto, llegó a España, marcando un hito en el episodio de la cabeza encantada del Quijote, en el que Cervantes nombra a su anónimo creador, presentándolo como “discípulo del famoso Escotillo, del que tantas maravillas se cuentan” (II, 62) [y de nuevo surge la duda: ¿incluiría a Zapata y su Varia historia entre los propagadores de sus invenciones?].José Bergua, Madrid, Sáez, 1958, p. 92), quien vio a través de sus antojos a “Escoto el italiano“ (nótese el intencionado gentilicio) en el infierno “no por hechicero y mágico, sino por mentiroso y embustero”, identificado erróneamente por Bergua (p. 328) y por Alessandro Martinengo en La astrología en la obra de Quevedo: una clave de lectura, Madrid, Alhambra, 1983, p. 37, con el escocés Miguel Escoto y no con nuestro taumaturgo del XVI, tal vez por analogía con la Divina commedia de Dante, que lo sitúa en su Inferno, XX, vv. 115-117.