Su madre Santa Isabel de Hungría le enseñó a rezar y a leer de pequeña, recibiendo así una profunda educación religiosa.
Por conflictos familiares y sucesorios tras la muerte de Luis IV, los dos hermanos del fallecido monarca desplazaron a la viuda Santa Isabel y tomaron la custodia a la fuerza de su hijo varón.
Gertrudis fue siempre una religiosa obediente y comprometida con su comunidad.
Se esforzó por ayudar a los pobres igual que lo hizo su madre, y bajo su gobierno como abadesa (que duró 49 años en total) construyó una residencia para pobres y enfermos junto al convento, la cual condujo laboriosamente.
Según su hermana mayor, tuvo una vida ascética, e inclusive también profetizó en varias ocasiones.