Germán de Granda

[2]​ Es probablemente, además, el mayor investigador de la lengua española en África.

Esta dimensión se extiende luego a las variantes afroamericanas y las lenguas africanas, como no podía ser menos, con alguna incursión hasta las Filipinas.

En sus dominios lingüísticos, podríamos decir, recordando una frase célebre, no se ponía el sol.

El Paraguay, en ese sentido, era mucho más apacible, aunque exigiera a veces notables esfuerzos.

Nadie llegó al grado que él, en todos los sentidos.

Su vida fue una perpetua añoranza de América, satisfecha durante largos períodos; pero siempre insaciable.

1152-1153)[5]​ Entre sus distinciones se cuenta también el Premio Manuel Rivadeneyra[4]​ de la Real Academia Española.