Pronto aprendió también a escribir, hablar español, tocar el violín y la guitarra, para posteriormente convertirse en un arqueólogo e historiador aficionado.
[1] En 1868 se mudó a Nuevo México, y aceptó el puesto de capataz en el Thomas Owens Pitchford Ranch.
[2] Más adelante, McJunkin se dedicaría a la caza del bisonte americano y periódicamente a labores en distintos ranchos de Colorado, Nuevo México y Texas.
Cuando se introdujo en su interior, encontró los restos de un enorme bisonte prehistórico, hoy depositados en el Instituto Smithsoniano.
McJunkin rápidamente comprendió el significado de lo que allí había y se marchó sin alterarlo para avisar a los arqueólogos.