[10] En las islas, entre otras tareas, amansaba ovejas, vacas y cerdos, trabajando con otros gauchos e indígenas charrúas que también oficiaban de peones.
Además, les prohibían alimentarse con el ganado doméstico, obligándolos a cazar animales asilvestrados.
[cita requerida] Los gauchos estaban armados con facones, boleadoras, espadas, pistolas y mosquetes.
[16] El resto de los colonos se fugaron a la isla Celebroña (Kidney Island, en inglés), temiendo que ellos también serían asesinados.
El capitán Seymour despachó al teniente Henry Smith junto a 4 suboficiales y 30 soldados, que inmediatamente izaron la bandera británica.
Rivero y sus compañeros estaban en ese momento preparando una rudimentaria embarcación para dirigirse al continente.
[20][21] Los siete restantes, muy superados en número y armamento, optaron por retirarse al interior de la isla.
Smith, el oficial a cargo, ordenó la persecución de los sublevados, aunque no les resultó fácil capturarlos, necesitando enviar varias expediciones para obtenerlo.
Finalmente, la rebelión pudo ser controlada, lográndose apresar a todos los gauchos rebeldes.
Allí se les inició un proceso penal en la fragata de tercera HMS Spartiate.
Fueron llevados a Reino Unido, permaneciendo durante varios meses encerrados en la prisión de Sherness sobre el río Támesis.
[16] Esta posición encuentra el apoyo de escritores modernos como Federico Lorenz[27] y la periodista Natasha Niebieskikwiat.
[10] Juan Lucio de Almeida mantiene una posición intermedia: no logra probar que Rivero actuó «movido por patriotismo», aunque no cree que «su acto fue el de un criminal común».
[31][32] En una buena parte del imaginario colectivo argentino, Rivero es considerado como un «héroe popular».