Mientras estuvo en operación, Nord Stream 1 fue uno de los gasoductos más importantes del mundo.
Los Estados Unidos se opusieron por miedo a que le diese a Rusia influencia sobre Europa, hasta el punto que la administración Biden amenazó al gobierno alemán con un deterioro de sus relaciones si autorizaba la puesta en funcionamiento de Nord Stream 2.
[1] El consorcio encargado de la construcción y operación es Nord Stream AG, presidido por el ex-canciller alemán Gerhard Schröder, respaldado por los gobiernos de Alemania y Rusia.
Su construcción corrió a cargo del consorcio Nord Stream 2 AG, respaldado por los gobiernos de Alemania y Rusia.
En mayo del 2021 la administración Biden impuso sanciones a varias empresas implicadas en la construcción del gasoducto y amagó con aplicarlas también al propio consorcio Nord Sream 2 AG y a su gerente general Matthias Warnig.
El Nord Stream 1 estaba parado por falta de uno de sus turbocompresores mientras que el Nord Stream 2 no había llegado a ser puesto en servicio debido a la oposición estadounidense.
Diecisiete horas después, ocurrió lo mismo con Nord Stream 1, lo que resultó en tres fugas separadas al noreste de Bornholm.
Las fugas ocurrieron un día después de que Polonia y Noruega abrieran el Baltic Pipe alternativo que atraviesa Dinamarca, trayendo gas del Mar del Norte en lugar de Rusia como lo hacen los gasoductos Nord Stream.
[29][30] Según declaró en una entrevista con el diario berlines Berliner Zeitung originalmente Biden planeaba volar los gasoductos en junio pasado, pero, «en el último minuto, la Casa Blanca se puso nerviosa».
Según el galardonado periodista las razones de Estados Unidos para atacar esta infraestructura tan importante para Alemania, era que tenía miedo que Berlín levantara las sanciones contra el gas ruso debido a un «gélido invierno».
[36] Durante dicha sesión del Consejo de Seguridad, el economista Jeffrey Sachs compareció y declaró que «una acción de este tipo sólo puede haber sido llevada a cabo por un agente estatal».
Enumeró a los distintos países que a su juicio podrían haber cometido el sabotaje: Estados Unidos, Reino Unido, Polonia, Noruega, Alemania, Dinamarca y Suecia, «ya sea de forma individual o coordinada».