Gabriela Ortega Feria

En ese café fue donde coincidió con su futuro esposo, el torero Fernando Gómez “El Gallo” (a quien ya conocía anteriormente),[3]​ que quedó rendido a sus pies al verla actuar por primera vez.

Tal fue su pasión por ella, que todas las noches acudía al local invitando al cuadro flamenco que acompañaba a Gabriela, incluso continuando la jornada con fiestas interminables en la antigua Venta de la Victoria.

Los hermanos de Gabriela insistieron hasta que El Gallo decidió dar su brazo a torcer y dejarla volver a su casa, en Sevilla, tres años después, 1885, año en el que finalmente se casarían.

Se casó con él en Sevilla y tuvo cinco hijos más, los tres varones, Rafael, Joselito y Fernando estuvieron muy relacionados con el mundo de la tauromaquia, al igual que sus tres hijas, Gabriela, Trini y Dolores que se casaron con tres toreros de renombre, el Cuco, Manolo Martín Vázquez e Ignacio Sánchez Mejías, respectivamente.

Fernando Gómez “El Gallo”, su marido, murió en un pequeño pueblo del Aljarafe de Sevilla, Gelves.

Tras este duro acontecimiento y como consecuencia de haber dejado de lado su carrera artística cuando se casó, la Señá tuvo que sacar adelante con gran esfuerzo una casa y seis hijos.

Aunque estuvo poco tiempo ejerciendo como bailaora y cantaora, dejó una gran huella entre la sociedad flamenca, tanto fue así, que el escritor Fernando el de Triana dejó escrito en su libro titulado Arte y artistas flamencos que Gabriela no tenía nada que envidiar a los mejores de su época.

Hoy en día, hay varios sitios webs que recogen su vida desde una perspectiva más alentadora y con mucha exaltación.

Gabriela, más palmas y requiebros tiés recibíos que frunces tíe tu bata de percal florío.

Gabriela, en los frunces graciosos de tu vestío el corazón del Gallo quedó prendío.

Gabriela, más penas y dolores llevas sufrió, que frunces tíe tu bata de percal florío.