El fustíbalo (del latín fustibalus, derivado de fustis, «bastón», y del griego antiguo βάλλειν, ballein «lanzar, arrojar»),[1] también conocido como honda de fuste, fue un arma de mano usada por varios pueblos en la antigüedad.
[2][3] Era, en resumen, una honda más compleja que la ordinaria y que permitía arrojar piedras de mayor peso y con mayor velocidad.
El utilizado por la infantería ligera del ejército romano consistía en un asta de 1,5 m de longitud, del que pendían unas cuerdas en cuyo extremo había un trozo de cuero en donde se colocaba la piedra o plomo que se lanzaba sobre el enemigo.
Se encuentra documentada desde el Imperio romano y llegó a ser muy usada en los asedios a las ciudades y en los enfrentamientos navales durante la Edad Media.
[2] El historiador judío-romano Flavio Josefo describió que el emperador Tito Flavio disponía de un poderoso ejército que, entre otras muchas armas de asedio, contaba con artefactos de acción parabólica que servían para atacar los interiores de las fortalezas, como el fustíbalo o el fundíbalo.