Además de ser un político influyente, Yorinaga fue un intelectual que dedicó su vida a elaborar sus memorias que incluía una descripción en lógica india entre otras culturas ancestrales.
En consecuencia, Yorinaga hizo una considerable cantidad de enemigos que veían con resentimiento el desprecio que este tenía por el Emperador títere de ese momento, Konoe, y del manipulador detrás del trono, el Emperador Toba.
Para Yorinaga ese era el peor escenario y su ira se vio acrecentada cuando se le fue denegada la oficina de “tutor del presunto heredero” pese a sus cualidades.
Yorinaga pereció al día siguiente después del ataque.
La historia rara vez hace hincapié en un personaje de mediados del siglo XII cuya intriga política fue un fracaso a pesar de la determinación y coraje que este haya demostrado en sus actos.