Se conserva un recipiente con su sangre licuada e incorrupta que ha pasado por diferentes procesos de estudios.
Después de llegar a Buenos Aires, Argentina, continúa su viaje y en diciembre de 1832 arriba a Montevideo, en Uruguay, la embarcación fue la Goleta Flor del Río.
Nuevamente regresa al convento pidiendo su reintegro y es aceptado despeñando nuevamente el cargo de limosnero y también portero del convento.
Luego de ser expulsados los franciscanos del convento se ve obligado a regresar a trabajar como obrero y vendedor y por consejo del capellán del Hospital de la Caridad de esta ciudad, quien también era su director espiritual, decide viajar a Chile ya que la Recoleta de San Francisco se había restablecido.
En el convento de Chile comienza a trabajar como ayudante del cocinero en poco tiempo le hicieron hermano donado y lo destacaron como limosnero.