David consiguió evitar que Gérard fuera llamado a filas durante la Revolución francesa, al obtener para él un cargo de juez en el Tribunal Militar.
En 1795 Gérard se convirtió en el primer rival de su maestro y protector como retratista, surgiendo también un enconado enfrentamiento con Antoine-Jean Gros.
Pero el cambio del gusto artístico hacia la pintura romántica y la revolución de 1830 deprimieron su espíritu.
Además del retrato, trató asuntos mitológicos y pinturas históricas, cosechando un interesante éxito.
Como todos los maestros franceses de la época, su presencia en colecciones españolas es muy escasa y poco conocida.