Francisco de la Reyna

[1]​ Al escribir su libro estaba al servicio del conde de Alba de Liste, pues lo llama «mi señor, con quien vivo».[3]​ La primera edición del libro, extremadamente rara, salió en Astorga en 1547 a cargo del impresor Agustín de Paz.El mismo Agustín de Paz sacó en Mondoñedo en 1552 una nueva edición enmendada de muchos defectos, y muchas otras se hicieron en Burgos (1548, 1562, 1564), Zaragoza (1551, 1583), Baeza (1556), Salamanca (1580), Alcalá de Henares (1582) y, ya en el siglo XVII, varias más glosadas por Hernando Calvo.No ignoraba Feijoo las aportaciones que en el mismo sentido habían hecho, adelantándose también a Harvey, Miguel Servet, Andrea Cesalpino o Paolo Sarpi e incluso que algunos médicos de su tiempo, por desmerecer a Harvey, sostenían que ya Hipócrates había tratado de la circulación de la sangre, aunque para sostener tal cosa hubieran de forzar la interpretación de los textos hipocráticos, pero concluía que «lo que se puede assegurar es, que no consta, que antes de Harveo, algún Médico, o Philosopho haya hablado distintamente de la circulación, con la voz circulación, ni con otra equivalente, a excepción de nuestro Albeytar, que claramente dexo escrito que la sangre anda en torno y rueda por todos los miembros».Nicolás Casas, que adelantaba la composición del libro de Reyna a comienzos del siglo XVI, envuelto en la polémica y buscando una posición equilibrada, resumió que la circulación de la sangre era ya comúnmente conocida en tiempos de Reyna, lo que explicaría el que se encontrasen menciones a ella, además de en Servet, el primero en describir las circulación pulmonar,[8]​ en Andrés Laguna, Luis Lobera de Ávila o Bernardino Montaña de Monserrate, y que unos y otros se remontasen en sus explicaciones a Hipócrates y a Aristóteles o Galeno, pero si por todo ello «se demuestra que en su tiempo era ya conocida la circulación de la sangre, sin que por ello digamos que a él se le debe su descubrimiento [...] sí que sostengamos que es el autor más antiguo que se conserva hasta el día en el que se expresa de un modo fijo y terminante aquella idea».
Francisco La Reina, profesor de veterinaria , retrato imaginario de Antonio Gómez Cros para el Boletín de Veterinaria de 15 de diciembre de 1845, litografía de Bachiller