Francisco Aguirre Abad

Además fue un importante escritor y su libro "Bosquejo Historico de la Republica del Ecuador" es uno de los escritos históricos más importantes del siglo XIX.

Poco tiempo después volvió a Guayaquil donde inició una brillante carrera de abogado y hombre público, desempeñando importantes cargos como procurador síndico municipal, jefe político del Cantón, concejal, subdirector de Estudios y presidente de la Junta Provincial.

Sus últimos años los dedicó a la publicación de su Bosquejo Histórico, obra que sería su legado y con la que se le recuerda entre historiadores y políticos de Ecuador.

[3]​ Tenía una frase que le hizo conocido "Todos los días al despertarme doy gracias a Dios porque me veo la misma cara y me encuentro con la misma alma".

Asimismo, su fama fue descrita de la siguiente manera: “Dotado de grandes virtudes, adornado de una vasta ilustración, severo en sus costumbres, recto en sus procedimientos, incontrastable en el cumplimiento del deber a la vez que totalmente bondadoso y leal con los demás."

Tumba en el Cementerio General de Guayaquil