Años después fue destinado a la Iglesia Catedral Primada de Toledo, donde ejerció como canónigo, arcediano y examinador sinodal.
Además, el 1704 fue nombrado comisario general de la Santa Cruzada, presidiendo el consejo del mismo departamento.
Por ello, Felipe V comenzó su primera tentativa regalista (1707) al pretender cobrar un subsidio a todos sus súbditos, sin excluir al clero —aunque le otorgaba la libertad para ofrecer el donativo— con el fin de reparar alguno de los destrozos causados por la guerra durante el año anterior.
No pudo ejercer mucho tiempo este empleo, ya que su delicada salud provocó su cese en noviembre de 1714.
Además supo rodearse de fieles colaboradores que patrocinó en las diferentes estancias por donde pasó.