Francisco Agustín Silvela y Blanco

Francisco Agustín tenía merecida fama de docto y trabajador.

Así, Francisco Agustín acompañó a sus padres al exilio en Francia.

En el exilio francés contó con muy general simpatía entre los emigrados españoles de todos los colores, principalmente del antiguo josefino Francisco Javier de Burgos, refugiado en Francia como Silvela —en cuyo colegio se educaron los hijos de Burgos— y que, al morir Fernando VII en 1833, fue secretario del despacho y de Fomento con la reina gobernadora, María Cristina.

Javier de Burgos, desde la primera hora de su encumbramiento, correspondió a Manuel Silvela tomando bajo su amparo a su hijo Francisco Agustín.

Un año después fue nombrado jefe político de Valencia y La Coruña.