Fue reconocido por sus interpretaciones de otros papeles ya instalados en el repertorio, como Manrico en Il trovatore, Don Álvaro en La forza del destino, los protagonistas de Ernani, y Poliuto, Arnoldo en Guglielmo Tell, Leyden en Le prophète, Raoul en Les Huguenots, Vasco en L'Africaine, Robert en Robert le diable o Eleazar en La Juive.
Tamagno evitó frecuentar el género verista, en el que no se encontraba cómodo, debido a su formación belcantista, con la excepción del Andrea Chénier de Umberto Giordano, con quien estudió el papel en 1898.
También se le criticó por no seguir rigurosamente el ritmo marcado por los directores de orquesta.
En 1874 debutó con un papel protagonista, en Palermo, con el Riccardo de Un ballo in maschera, con gran éxito.
A continuación consiguió contratos en Ferrara, Rovigo, Venecia y Barcelona, lo que le abrió el camino de su debut en La Scala en 1877.
En la compañía scaligera continuó madurando su voz, y tuvo la suerte de poder trabajar con el propio Verdi.
Su carrera internacional no despegó, sin embargo hasta 1888, utilizando para ello el papel del Otello verdiano, que había estrenado en Milán el año anterior, y que Verdi escribió con las características vocales de Tamagno en mente.
Ambos llegaron a coincidir en el escenario, en 1901, en un concierto organizado en La Scala por Toscanini, en conmemoración del reciente fallecimiento de Verdi.