Hoy en día, la fotografía post mortem es más común en los contextos del trabajo policial y patológico.En la historia del arte era utilizado para la representación de los difuntos; otra técnica de la época medieval donde se concebía que el fin era inevitable y había que estar preparados.Los difuntos, por otra parte, eran sujetos ideales para el retrato fotográfico, por los largos tiempos de exposición que requerían las técnicas del siglo XIX.Las fotografías de difuntos los muestran "cenando" en la misma mesa con sus familiares vivos, o bebés difuntos en sus carritos junto a sus padres, en su regazo, o con sus juguetes; abuelos fallecidos con sus trajes elegantes sostenidos por su bastón.Los retratos mortuorios privados podían encuadrarse en tres posibles categorías según la manera en que se retrataba al sujeto: Por los años veinte o treinta del siglo XX comenzaron a adoptarse nuevas tendencias que alcanzaron incluso la fotografía post mortem.Son tomas que en muchos casos resultan impresionantes por su dramatismo y cuidada iluminación.En un extracto de "El Nacional", un diario argentino de 1861 fundado por Dalmacio Vélez Sársfield, se publicaba que el fotógrafo Francisco Rave y su socio José María Aguilar... "Retratan cadáveres a domicilio, a precios acomodados...".Este tipo de publicaciones era la forma en que habitualmente promocionaban sus servicios los fotógrafos en el siglo XIX.En dichos avisos él mismo se anunciaba como "artista fotogénico" recién llegado de París, el cual se encargaba de "retratar los difuntos como cuadros al óleo".Este estudio demostró ser el segundo en Lima, después del de Courret, en equipamiento, sofisticación y comodidades.La estética abordada en sus imágenes post mortem respondió a retratos frontales, de pie, en un espacio austero.Generalmente posaban ante su cámara personajes que no pertenecieron a la clase acomodada limeña.Fray Joseph Manuel Rodríguez[5] se preocupó mucho por la situación y escribió "La caridad del sacerdote para con los niños encerrados en el vientre de sus madres difuntas".El altar no siempre era una mesa, podía ser también una cama, igualmente preparada con sábanas blancas.Después se pasaba al hermoso cadáver, el pequeño cuerpo era colocado sobre el altar y se le ponía bajo la cabeza una almohadita o paño blanco, se buscaba a los padrinos de bautismo que eran los encargados de amortajarlo, ya que “el amortajamiento constituye una parte fundamental del ritual”.[cita requerida] Al momento de la coronación, se lanzan cohetes que la anunciaban.Durante la velada, se repartía a los deudos o asistentes, café con canela, solo o con alcohol, pan y tamales entre otros alimentos, los familiares llevaban veladoras, azúcar, café o pan para ayudar a la familia, pero son los padrinos quienes “cumplen una función extra-religiosa importante al asumir otros gastos derivados del funeral”.[7] La impresión de fotografías en diarios y revistas no fue posible hasta 1890, año en que aparece la técnica del medio tono.Antes de esa fecha las fotografías eran utilizadas como base para grabados, litografías y dibujos.El caso tuvo una amplia repercusión en los medios locales y pronto la noticia se extendió por las principales capitales del país.La Justicia intervino y se convocaron a dos fotógrafos, Augusto Manuel y Guillermo Aráoz Ormaechea, por entonces a cargo del estudio fotográfico Bernardo Victorica, para que registraran la imagen del cadáver.Sarmiento había fallecido en Asunción del Paraguay y sus imágenes póstumas fueron traídas con rapidez a Buenos Aires, donde los periódicos seguían desde hace días las noticias de la enfermedad de Sarmiento a través del telégrafo.Al igual que en el caso del retrato de Urquiza, la imagen siguió circulando por muchos años en la prensa gráfica.Otros “agentes modernizadores” como maestros, médicos y autoridades sanitarias, tuvieron mucho que ver.
Fotografía de un niño muerto simulando estar dormido.