Durante los reinados de Juan III y Don Sebastián se rediseñó el sistema defensivo con la colaboración del arquitecto militar Tommaso Benedetto.
Este, comprendiendo que la amenaza debía venir forzosamente por mar, concentró la defensa en los puertos y ensenadas, protegidos por las poblaciones locales y sus ayuntamientos.
La teoría defendida por autores como Araujo, según la cual la fortaleza habría sido erigida gracias al trabajo de azorianos condenados a trabajos forzados resulta hoy discutible.
La reina María II bordaría para este batallón una bandera con hilos de oro.
Posteriormente, otras dependencias fueron utilizadas como prisión política por el Estado Nuevo, creándose un presidio militar en 1933 y un Campo de Prisioneros en 1943.
Los cinco baluartes que refuerzan la muralla en el istmo de oeste a este, son: A la izquierda de la fortaleza, junto al Baluarte de Santa Catarina se conserva la Batería do Arsenal, con cinco cañoneras.
En situación dominante hacia el Sudoeste, se encuentra la Vigia da Baleia.