[9][14] Investigaciones realizadas durante varias décadas han demostrado que la orientación sexual puede ubicarse en cualquier punto de un continuo, desde la atracción exclusiva hacia el sexo opuesto hasta la atracción exclusiva hacia el mismo sexo.
[15] En un estudio longitudinal a gran escala de 2012 se encontró que era más común que la identidad de orientación sexual (esto es, el término o rótulo utilizado por una persona para identificar su estatus sexual: gay, lesbiana, bisexual, heterosexual) se mantuviera estable a lo largo de un período de seis años a que cambiara, y que la estabilidad era mayor entre hombres y entre quienes se identifican como heterosexuales.
El uso del término fluidez sexual se ha atribuido a la psicóloga estadounidense Lisa M. Diamond .
La fluidez sexual se ha definido como una capacidad de variación respecto a qué tanto se responde sexualmente ante otra persona, capacidad debida a influencias situacionales, interpersonales y contextuales.
[23] En general, científicos y profesionales de la salud mental no creen que la orientación sexual sea una elección.
... [y la evidencia sugiere que] factores biológicos, incluyendo los genéticos o los hormonales innatos, juegan un rol importante en la sexualidad de una persona».
No obstante, las dos organizaciones académicas fomentan la psicoterapia afirmativa gay, una forma de psicoterapia enfocada en que la persona se sienta cómoda trabajando hacia la autenticidad y la aceptación propia en relación con la orientación sexual, y que no intenta «cambiarlos» a heterosexuales, ni «eliminar o disminuir» los deseos o comportamientos hacia personas del mismo sexo.
En su libre Diamond hizo un llamado hacia «una comprensión más amplia de la sexualidad entre personas del mismo sexo».
No se encontraron cambios estadísticamente significativos en términos de orientación sexual antes y después del tratamiento.
En sesiones de seguimiento, los escasos cambios en orientación sexual que habían ocurrido tras la terapia no se mantuvieron.
(2008) utilizó videos caseros para investigar la relación entre comportamientos en la niñez y orientación sexual en la edad adulta.
[35] Estudios de gemelos y familias han encontrado asimismo una influencia genética.
indicaron que en comparación con los hombres, las mujeres suelen tener menor concordancia entre sus actitudes y comportamientos sexuales, así como que los factores socioculturales parecen afectar en mayor grado la sexualidad femenina versus la masculina.
Asimismo, son más las mujeres que se identifican como bisexuales o como inseguras de su sexualidad que los hombres, quienes más comúnmente afirman ser exclusivamente homosexuales o exclusivamente heterosexuales.
[39] Un estudio longitudinal de seis años encontró que las mujeres mostraban más cambios en su identidad de orientación sexual así como que eran más propensas a definir su orientación sexual en términos no exclusivos.
[43] La perspectiva social constructivista sugiere que el deseo sexual es producto de procesos tanto culturales como psicosociales,[44] y que mujeres y hombres son socializados de maneras diferentes.
Tal socialización se ha sugerido como una causa plausible de una mayor fluidez sexual femenina.
Una hipótesis desde la psicología evolucionista sugiere que la bisexualidad permite a las mujeres reducir el conflicto con otras mujeres, promoviendo contribuciones maternales mutuas, asegurando así el éxito reproductivo de todas las involucradas.
Este estudio comparó la orientación sexual masculina y femenina no heterosexual a lo largo de un año y encontró que las jóvenes tenían más probabilidades de reportar identidades sexuales consistentes comparadas con los hombres.
Los jóvenes bisexuales parecen tardar más en formar sus identidades sexuales en comparación con jóvenes que se identifican sistemáticamente como exclusivamente homosexuales o heterosexuales,[48] de manera que la bisexualidad puede verse como una fase de transición durante la adolescencia.
[16] Otro estudio longitudinal, sin embargo, encontró resultados contradictorios: Si la bisexualidad consiste en una fase de transición, a medida que las personas se hacen mayores debería disminuir el número de personas que se identifican como bisexuales.
[52] La discusión e investigación sobre la fluidez sexual iniciada por Diamond y sus colegas presentó un desafío cultural para la comunidad LGBT.
Por otra parte, hay algún debate cultural respecto a la cuestión de cómo (y si) existe fluidez entre los hombres, incluyendo cuestiones relativas a fluctuaciones en la atracción y la excitación sexual en hombres bisexuales.