Asistió como ayudante a las primeras ejecuciones de Vicente López Copete, enseñándole el manejo del garrote.
Durante su carrera tuvo sentimientos de culpabilidad, lo que le causó un expediente por negarse a una ejecución en 1952.
[1] Se negó a continuar después de la ejecución de Trespalacios en 1953, por lo que fue expedientado y condenado.
[2] Alegó que a sus hijos les hacían la vida imposible en el colegio por el oficio de su padre.
[3] Despreciado por sus convecinos, distanciado de su familia y falto de recursos, llegó a mendigar para vivir.