Servía también como insignia real y religiosa, pues también acompañaba a las barcas solares en las procesiones.
Se conservan pinturas donde esclavos abanican con flabelos a las matronas o para avivar el fuego de los sacrificios.
Los flabelos fueron utilizados originalmente tanto en el occidente como en el oriente, pero su uso en la misa fue eliminado en la Iglesia latina en el siglo XIV, cuando se suprimió la comunión bajo las dos especies.
Las Constituciones Apostólicas, una obra del siglo IV, establecía (VIII, 12): "Que dos de los diáconos, a cada lado del altar, mantengan un abanico, formado de membranas delgadas, o por plumas del pavo real, o por finas telas y en silencio, ahuyentar a los pequeños animales que vuelan, para que no puedan acercarse a las copas".
Originalmente servían para mantener fresco el aire en torno al Papa y evitar la cercanía de insectos, pero después quedaron como meros adornos ceremoniales.