[1][2] Su origen se encuentra en el proceso vivido entre los siglo XVIII y XIX,[3] gracias a los escritos de filósofos como Giambattista Vico, Georg Hegel y Voltaire, siendo este último quien acuñó el término.
Pese a ello, elementos de la filosofía de la historia, presentes en las reflexiones sobre el tiempo y la historia misma, existen desde la Edad Antigua y la Edad Media tanto en la civilización islámica[4][5] como en la civilización China.
[32] Sobre el origen tardío de la filosofía de la historia, Robin George Collingwood ha sostenido que las razones son que los problemas epistemológicos hasta dicho momento se habían centrado en tres áreas: las matemáticas, la teología y las ciencias naturales.
Representantes de dicha interpretación son Wilhelm Dilthey, Heinrich Rickert, Benedetto Croce y más tarde Robin Collingwood.
Estos clásicos reconocen y admiten que la historia debe enseñar buenos ejemplos a seguir.
No obstante lo anterior, también existen discrepancias: Thomas Macaulay sostuvo: "Historia, se ha dicho, es la filosofía de enseñar con ejemplos.
Desafortunadamente, en tanto que la filosofía gana en solidez y profundidad, como ejemplo, pierde vivacidad."
Según Jacob Burckhardt, la filosofía de la historia es una contradicción y un despropósito, un compuesto "contra natura".
Max Weber sostiene que la historia y la sociología comparten el mismo objeto de estudio, es decir, las acciones sociales.
Los antiguos griegos creían en una concepción cíclica de las formas de gobierno, en las que cada régimen necesariamente cae en su forma corrupta (aristocracia, democracia y monarquía eran los regímenes sanos; oligarquía, demagogia y tiranía los corruptos).
La teodicea propone que la historia tiene una dirección de progreso tendente a un fin escatológico (como el Apocalipsis) previsto por un poder superior.
Por tanto, lo que el hombre ve como mal (guerra, enfermedad, desastres naturales) es solo un efecto de su percepción.
Durante el Renacimiento las concepciones cíclicas de la historia se hicieron comunes para explicar la decadencia del Imperio romano.
La noción de Imperio contiene en sí misma su ascenso y su caída, como explicita Edward Gibbon en Historia del declive y caída del Imperio romano (1776) (incluido por la Iglesia Católica en el Índice de libros prohibidos).
La Ilustración concibe a la especie humana como perfectible (El Emilio de Jean Jacques Rousseau, 1762).
Kant, en Qué es Ilustración (1784), define ésta como la capacidad de pensar por sí mismo sin referirse a autoridades exteriores, sea el poder o la tradición.
En última instancia la autonomía reside en el valor y la determinación individual para pensar sin ser dirigido por otro.
Ésta es un proceso constante de choques dialécticos, en que cada tesis encuentra una antítesis (hecho o idea opuesta).
Hegel explica el progreso social como resultado del trabajo de la razón en la historia.
Aunque el materialismo histórico se halla estrechamente ligado al marxismo; historiadores, sociólogos e intelectuales no ligados al marxismo han tomado elementos de aquel para elaborar sistemas y enfoques materialistas para el estudio de la historia.
Herbert Spencer, que acuñó el término la supervivencia del más apto o Lewis Henry Morgan en Ancient Society (1877) desarrollaron teorías evolucionistas independientemente de los trabajos de Darwin, que fueron más tarde interpretados como darwinismo social.
Estas teorías de evolución no lineal del siglo XIX proponían que las sociedades comenzaban en un estado primitivo y gradualmente se convertían en más civilizadas con el tiempo, igualando la cultura y tecnología de la civilización occidental con el progreso.
Tras Hegel, que insistió en el papel de los grandes hombres en la historia, con su famoso comentario sobre Napoleón (vi al Espíritu sobre su caballo), Thomas Carlyle argumentó que la historia era la biografía de unos pocos individuos centrales, los héroes, como Oliver Cromwell o Federico el Grande (La historia del mundo no es sino la biografía de los grandes hombres).
Dicha postura fue conocida como neopositivismo y se manifestó formalmente a través de la tesis que sostiene que el modelo nomológico deductivo debía ser el modelo estándar de explicación para todas las ciencias, incluida la historia.
El problema, sin embargo, es que no se ha podido establecer con certeza cuáles son dichas condiciones prevalecientes.
[75] Por último, Dray sostiene que el modelo nomológico-deductivo tampoco permite explicar las acciones racionales.
El propósito es evaluar la relevancia causal de una explicación histórica al responder a la pregunta «¿qué habría pasado si...?».
[87] La teodicea reclama para la historia una dirección que conduce a un final escatológico, dado por un poder superior.
No obstante su sentido teleológico trascendental puede verse como inmanente a la misma historia humana.
Las escuelas de pensamiento influenciadas por Hegel y Marx ven la historia como progresiva, aunque ven el progreso como la manifestación de una dialéctica, en la que factores que operan en direcciones opuestas se sintetizan a través del tiempo.