Fernando Nadra se destacó desde su adolescencia en la vida social y cultural de su provincia.
[4] Nadra comenzó su vida política a los 14 años, como dirigente en la toma del Colegio Nacional Mitre, en la ciudad de Tucumán, ocasión en la que fue detenido violentamente por la policía local, en la famosa huelga estudiantil del año 1932, en cuya organización participaría acompañado por futuros dirigentes políticos, entre ellos, Celestino Gelsi.
En el contexto de la movilización juvenil antifascista, Fernando Nadra se afilió al PC en 1939.
En ese lapso, también integró el Comité Provincial del PC tucumano, donde se desempeñó como secretario de educación y propaganda.
[11] Al regresar a la Argentina, Nadra publicó el folleto "Cuba, fragua revolucionaria".
Al finalizar este encuentro, fue detenido por la Policía Federal y, posteriormente, encarcelado en la Penitenciaría Nacional (o Cárcel de Las Heras).
Por casi dos años, Nadra siguió detenido y lo trasladaron a distintas prisiones, algunas de ellas en el sur, donde su salud sufrió importantes deterioros.
[14] En esa ocasión –en línea con el proceso mundial en este sentido–, tanto Mugica como Nadra reconocieron los elementos comunes que existían entre algunos valores del marxismo y el cristianismo, en especial, la crítica al impacto del sistema económico capitalista sobre los sectores más humildes.
[15] Durante el régimen militar que transcurrió entre 1966 y 1973, Nadra se desempeñó como secretario de Propaganda Nacional del PC.
Entre 1970 y 1973, desde el PC, Nadra estuvo en contra de La Hora del Pueblo, integrada por los partidos tradicionales para negociar un acuerdo con el Teniente General Alejandro Agustín Lanusse que permitiera una salida electoral.
[18][17] En este contexto, Nadra impulsó al PC a aliarse con el Partido Intransigente (PI), el Partido Revolucionario Cristiano y la Unión del Pueblo Argentino (Udelpa) en la Alianza Popular Revolucionaria (APR).
[21] Asimismo, entre 1974 y 1976 sufrió numerosas amenazas de la Alianza Anticomunista Argentina (Tiple A), avalada por una parte del gobierno peronista.
[24] Aunque Nadra –en una minoría compartida con Rodolfo Ghioldi y Héctor Agosti– disentía con esta postura de la mayoría de la dirección comunista, su lealtad al partido lo había compelido a acatar esa postura e incluso defenderla oficialmente como vocero.
[25] Aunque la postura política oficial de la dirección del PC nunca condenara abiertamente al gobierno militar, al mismo tiempo, el partido organizó una activa participación en la resistencia gremial, estudiantil y barrial ante la dictadura militar.
[29] El gobierno militar incluyó a Nadra en la “Fórmula 4” –el grado con mayor “peligrosidad”– de las “listas negras”, con las que prohibía que los “subversivos” integraran la administración pública o aparecieran en los medios de comunicación.
[34] La amistad de Nadra con Raúl Alfonsín, no impidió que Nadra acompañase el apoyo del PC a la fórmula presidencial peronista, ni la oposición general de su partido al gobierno del radical, en especial a medida que avanzaba su mandato.
[39] En este proceso, se difundieron versiones falsas sobre su accionar en las décadas anteriores, como una cena con el dictador Videla o reuniones privadas con otros funcionarios militares.
[40] De hecho, el expresidente intentó integrarlo a su gobierno con una designación como embajador en la Unión Soviética o Cuba y Nadra rechazó la oferta.
Ante una sanción que consideraba infundada e injusta, en un clima enrarecido por las críticas, pero sin impulsar ninguna ruptura colectiva, Nadra decidió renunciar al partido un año después.
[41] Este libro profundiza la crítica al rumbo y la metodología partidaria dominante que, junto a una fuerte autocrítica personal, había esbozado en su reconocida obra La Religión de los Ateos.
Muchas personalidades del arco político, social y cultural nacional e internacional acudieron a su entierro.
Allí, aunque Nadra era ateo, su amigo Monseñor Justo Laguna –obispo emérito de Morón– encabezó una oración en su entierro.