Empezó su carrera eclesiástica como párroco de la Iglesia de San Pedro de Ciudad Real y en su época prosperó la ciudad al albergar la sede de la Inquisición (1483-1485) y la Chancillería real (1494-1505) hasta que ambas instituciones se trasladaron a Toledo y a Granada respectivamente.
Dirigió además parte de la construcción de la iglesia de San Pedro (Ciudad Real), por cuyo motivo se ganó una capilla en este templo en la cual yace hoy enterrado.
Su tumba posee una estatua yacente donde figura su efigie en alabastro, acompañada a sus pies de un paje reclinado; el conjunto recuerda mucho la sepultura del doncel de Sigüenza, en cuya catedral él mismo trabajó.
Ya solo hay testimonios fotográficos de la misma, pero subsiste la puerta y una ventana superior geminada en arcos lobulados, con motivos heráldicos.
Su blasón es un árbol central atacado por dos leones laterales.