Felipe de Montfort

Falleció mientras estaban orando en una capilla con su hijo por unos asesinos mandados por el sultán mameluco Baibars.

[3]​ En 1228 partió con la Sexta Cruzada, pero no se quedó en Oriente y prefirió volver a tomar posesión de sus feudos en Europa, ya que su padre había muerto en el asedio de Vareilles, durante la Cruzada Albigense.

[2]​ Poco después, una lucha interna enfrentó a los nobles de Jerusalén contra los partidarios del emperador Federico II Hohenstaufen.

Felipe fue uno de los pocos caballeros cristianos que pudo escapar a la catástrofe.

Mortalmente herido, Felipe pidió auxilio a gritos; los guardias entraron de inmediato y mataron al asesino.

Al ver a su hijo sin heridas graves, Felipe cayó en sus brazos y murió.