A los once años la familia se radicó en Montevideo y a los 12 años empezó a trabajar, como ayudante del muralista Enrique Albertazzi y el pintor Guillermo Rodríguez, quien lo estimuló para que tomara cursos de pintura en la escuela del Círculo de Bellas Artes.
Seade quería pintar para el pueblo, no "para los comedores de los burgueses".
Su ideal era pintar murales, la manera como su generación llegaba a las masas, pero los únicos que llegó a ejecutar fueron el de Colonia y "La marcha del Pueblo a la Piedra Alta" (1939) en el salón de actos del Liceo de Florida.
Gauchos, hinchas de fútbol, lavanderas, niños, mujeres.
Probablemente esa es una de las razones por las cuales su pintura no alcanzó durante los años posteriores a su fallecimiento en 1969 la presencia que naturalmente le correspondía.