A diferencia de este, que usaba métodos como la política de «Tierra Quemada» —y que solo logró fortalecer más a los zapatistas—, Ángeles utilizaba métodos conciliadores para pacificar al estado y evitando que sus tropas cometieran excesos contra la población pacífica, con lo cual se llegó a ganar la admiración y respeto del mismo Zapata.
[5] Respetuoso de la institucionalidad, no le dio el mando supremo pero sí operó contra La Ciudadela; Victoriano Huerta lo hizo retirarse de las primeras filas y lo hizo aprehender junto a Francisco I. Madero y Pino Suárez, pero Ángeles siempre permaneció leal a Francisco I. Madero.
Salvado de la muerte por su arraigo en el Ejército Federal, se simuló otra comisión a Europa para desterrarlo.
Además destacó entre otros antiguos generales porfiristas leales a Madero como García Peña, José González Salas, Lauro Villar, Gustavo Garmendia, Jacinto Blas Treviño, Federico Montes y Victor Hernandez Covarrubias; el general Manuel Mondragón fue su padrino de bautizo.
En un automóvil con unos cuantos hombres, sin escolta militar, Madero se trasladó a Cuernavaca donde estaba Felipe Ángeles con sus tropas.
Aunque viajar en un solo vehículo y sin escolta posiblemente fue el modo más seguro para que Madero se lanzara en plena guerra al riesgo de cubrir el trayecto entre ambas ciudades y llegar a tiempo.
Por resistencias en los mandos superiores del ejército federal, de estirpe porfiriana, esta orden no fue cumplida por el general García Peña.
El mando quedó a cargo del general de división Victoriano Huerta.
El 22 de febrero, fingiendo una supuesta fuga y un enfrentamiento con sus simpatizantes, ambos fueron asesinados.
Yo había pensado no mezclarme más en los asuntos políticos de mi país, por razones que es inútil mencionarlas ahora; pero ahora lo creo necesario intervenir de una manera privada, dirigiéndome a usted.
Mis palabras no significan que el ejército debiera convertirse en un simple y sumiso esclavo de inconscientes mandatarios, cuya rudeza los enviaría al desastre y al esfuerzo en contra del pueblo invencible por su furia.
Fue allí cuando Ángeles empezó a mostrar su gran talento de estratega militar.
Fue muy activo en la política entre los exiliados: en Nueva York formó parte del comité ejecutivo de la Alianza Liberal Mexicana.
También se dedicó a escribir artículos en diversos periódicos, en los cuales expresó sin rodeos su convicción socialista y se declaró partidario del marxismo, juzgando al liberalismo como cosa del pasado.
El Consejo estuvo integrado por los Generales Gabriel Gavira Castro, Miguel M. Acosta Guajardo, Fernando Peraldí Carranza y José Gonzalo Escobar.
En su defensa ante el tribunal, Ángeles persistió en declararse partidario y amigo de Francisco I. Madero.
Su adversario irreconciliable desde 1914, Venustiano Carranza, desde posiciones diferentes compartía esa obsesión, heredada después por militares tan diversos entre sí como Lázaro Cárdenas y Joaquín Amaro.