El Federalismo en México es el ordenamiento político actual del Estado mexicano en la que las entidades que conforman la Federación son autónomas y están unidas mediante un acuerdo donde se delimitan las facultades de los tres niveles de gobierno: federal, local y municipal.
Sin embargo, durante gran parte de su historia, el Estado federal ha sido la norma.
Inclusive a través de distintos modelos como el regionalista, el cooperativo, el centralizado o el descentralizado.
[12] En resumen: las federaciones se caracterizan por a) división geopolítica, b) independencia y c) efecto directo sobre las poblaciones.
Esta situación determinó la lucha de los años posteriores (hasta 1867, aproximadamente) entre dos facciones principalmente: la unitaria y la federalista.
Por un lado, los federalistas tenían el interés por evitar un poder central despótico y defender las libertades individuales, mientras que a los unitarios les preocupaba la eficacia del gobierno central para garantizar la seguridad nacional frente a las intenciones expansionistas de Estados Unidos.
[14] Es debido a esta primera etapa federal totalmente descentralizada que en el imaginario político mexicano (incluso al día de hoy) se denomina al régimen unitario como "centralista", aunque en la actualidad esto es más bien inexacto y hasta anacrónico.
Como se describe en este artículo, el federalismo mexicano hacia finales del siglo XIX y durante casi todo el siglo XX estuvo extremadamente centralizado tanto a nivel geográfico como a nivel institucional, por lo que algunas voces críticas lo denominaron una "ficción federal".
En la primera mitad del siglo XIX, el principal problema a resolver fue el tipo de régimen que convenía adoptar —republicano o monárquico, federalista o unitario—; en la segunda la cuestión central consistió́ en darle contenido y eficacia a un gobierno federal que sólo existía de jure.
Sin embargo, los constituyentes trataron de restablecer una unidad nacional que sentían en peligro.
En consecuencia, no frenaron las incipientes tendencias centralizadoras que se heredaban del Porfiriato; al contrario, las profundizaron.
[15] Este proceso se desdobló en tres líneas de acción: fortalecer el federalismo, vigorizar la vida municipal y fomentar el desarrollo regional.
Sus medidas incluyeron:[18][19] Durante el gobierno de Carlos Salinas las decisiones descentralizadoras no aparecieron como una prioridad en su agenda.
[18][19] Durante el gobierno del presidente Zedillo el proyecto de descentralización se denominó "Nuevo federalismo".
[18] Durante este periodo, tres reformas constitucionales transformaron las relaciones entre los gobiernos federal, estatales y municipales.
En 1999, otra reforma al mismo artículo constituyó a los ayuntamientos como gobiernos de pleno derecho con facultades exclusivas.
[28] En términos del gasto, el periodo previo a 1992, se distinguió por una fuerte centralización de gastos en el ámbito federal, pero, sobre todo, por el alto grado de discrecionalidad en su asignación entre las entidades federativas: no existían criterios objetivos para hacerlo y, en buena medida, la asignación se definía por las decisiones del ejecutivo y su relación con los gobernadores.
[29] Como resultado de este proceso, en la actualidad las entidades federativas reciben transferencias condicionadas y transferencias no condicionadas [o participaciones], lo que ha hecho que más de la mitad del gasto sea ejercido por los gobiernos estatales y municipales aunque, en algunos casos, estos se han convertido en meros ejecutores o pagadores del gobierno federal.
En lo referente al gasto, es necesario subrayar que hasta 1992 su asignación a los gobiernos subnacionales fue muy discrecional.
La fracción del gasto que eroga el gobierno federal ha disminuido más de ocho puntos porcentuales durante este periodo; sin embargo, todavía es el orden de gobierno que eroga la mayor proporción: 65% en 2000.
En consecuencia, cada vez es más claro que el diseño y la ejecución de políticas públicas efectivas requieren instancias o mecanismos de coordinación intergubernamental formales e informales que posibiliten la cooperación entre los tres niveles.