Fajas benditas

Se suele señalar que la costumbre fue instituida en 1601 por Clemente VIII, que envió a Maffeo Barberini a Francia para entregar las fascie con motivo del nacimiento del delfín Luis XIII.[2]​ Desde entonces se continuó la tradición con varios herederos al trono de España, Francia, Portugal o Austria, y en una única ocasión, con Carlos Eduardo, hijo del pretendiente jacobita al trono de Inglaterra Jacobo III.[4]​ La pieza principal del conjunto que componían las fascie benedette (en italiano: bandas bendecidas), era una pieza larga y estrecha de tela destinada a ser usada como faja.[6]​ Posteriormente, un nuncio señalado a tal efecto viajaba con ella desde Roma, presentándola a los padres del heredero en presencia de este, y las entregaba en el curso de una solemne ceremonia tras la lectura de un breve pontificio.[7]​ Además de la faja propiamente dicha, las fascie incluían también mantillas, pañuelos, almohadas y un pequeño armario, todo ello ricamente bordado en hilo de oro y adornado con perlas, brillantes y miniaturas con la efigie del papa o el escudo de la Santa Sede.
La imposición de las fajas benditas al infante Carlos Clemente (hijo primogénito del futuro Carlos IV , entonces príncipe de Asturias). (Relieve de Cristóbal Salesa , 1773, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando )