Fábricas y Maestranzas del Ejército de Chile
Se tenía la convicción, en aquel entonces, que el usurpador francés por una parte, y la Corona inglesa por otra, harían esfuerzos para construir naves poderosas para tratar de arrebatar a España las ricas producciones de sus territorios ultramarinos.De tal manera, en los meses siguientes, se llevaron a cabo diversas diligencias para obtener cureñas, cañones, explosivos, municiones, pero sin los resultados esperados.En octubre del mismo año, el Congreso comisionó al diputado por Osorno, Francisco Ramón Vicuña, para que se abocara a la organización de una fábrica y maestranza del Ejército, la que se instaló junto al Parque de Artillería, en calle de Las Agustinas, entre Morandé y Teatinos.La falta de armamentos era evidente y su provisión debía hacerse desde Santiago, en tanto que algo similar ocurría con las tropas, ya que cientos de soldados patriotas perdieron la vida en las batallas del sur.El primero en presentarse fue José Antonio Díaz Muñoz, quien comenzó a producir un tipo de fusil hasta entonces desconocido en el país, que resultaba ventajoso frente a los escasos modelos existentes.Luego, un italiano llamado José María Quercia y Possi, se ofreció para instalar una fábrica de cañones, metralla y bala, para lo que le fueron suministrados 1.500 pesos.La Maestranza del Ejército iniciaba así un camino de productividad que no se detendría, trascendiendo al tiempo, transformándose en la primera y más antigua industria pesada de Chile.El nuevo organismo quedó bajo el cargo de un superintendente, quien podía vender cureñas, vestuario, fusiles, etcétera, aunque cada negocio debía ser autorizado por el gobierno.El notable talento y habilidad que mostró mientras estuvo a cargo de la Maestranza, su capacidad para adaptarse a las más extremas y variables condiciones, son características que heredó a la industria militar del Ejército, dejando una huella perdurable que aun hoy es señera en el funcionamiento de la fábrica, inspirando una creatividad e iniciativa que históricamente se ha sobrepuesto a la pobreza del erario.Su labor fue tan relevante para la Patria y su Ejército, que FAMAE lleva su nombre como patronímico, en tanto que su vida, luego de dos siglos, sigue siendo un ejemplo señero para la industria militar.Durante la Guerra contra España de 1866, Chile advirtió que tenía sus puertos y ciudades costeras en una gran indefensión y resolvió fabricar los cañones necesarios para la protección del litoral.Más tarde, el coronel Marcos Maturana se hizo cargo de la Maestranza en plena guerra, poniendo en funcionamiento varios talleres que estaban en receso para mantener los 12 modernos cañones “Armstrong” que el gobierno adquirió en el extranjero.A la adaptación para Chile del fusil Máuser, de origen alemán en 1895, siguió un significativo incremento en la variedad y calidad de pertrechos militares, que llevaron al Ejército a alcanzar un óptimo nivel de equipamiento, justo en momentos en que el país enfrentaba una crítica situación vecinal con Argentina.Ello obligó a FAMAE a desarrollar al máximo todas sus capacidades, científicas, humanas y fabriles, para suplir las carencias de sus Fuerzas Armadas en tan graves circunstancias.Otro hecho histórico que merece especial mención, es que FAMAE prestó también servicios de fundición y suministro de partes, piezas y herramientas a la gran minería del cobre y a otros establecimientos metalúrgicos del país, efectuando una gran contribución a la economía nacional.En forma paralela, FAMAE ha continuado colaborando en la industrialización del país, a través de sus diseños y fabricaciones.