[1][2][3] La empresa de Galizano, ya citada por Madoz en su magna obra Diccionario geográfico-estadístico-histórico (1846-1850),[4] fue uno de los varios emporios fabriles dedicados a la loza fina que nacieron con la Ilustración en la cornisa del Norte español.En 1820 funcionaban ya cinco tornos, «trabajando con cincuenta moldes de diversos tamaños para diferentes figuras», y dando empleo a «cinco operarios ocho meses al año».[3] Por el material conservado parece que la pieza más común era la jarra, fabricada en tres tipos y con varios tamaños en cada uno de ellos.[3] Las más ‘ordinarias’ eran jarras esbeltas con un asa curva que parte de la boca hasta la panza, de base plana en forma de pié de copa y un pronunciado pico vertedor; más curiosas parecen las “jarrillas” de apenas 14 centímetros, pie alto, panza globos y rematadas por un cuello corto y exvasado al final; en éstas la decoración variaba los motivos vegetales por unas sencillas líneas paralelas y onduladas en azul cobalto y manganeso.Hasta la muerte del empresario-director en 1819, se decoró casi siempre con esponjado, pasándose luego al pincel.