Por lo general, los experimentos resultaron en la muerte, desfiguración o discapacidad permanente, y por lo tanto son considerados como ejemplos de tortura médica.
Estos crímenes fueron juzgados en lo que se conoció como el Juicio de los doctores.
El rechazo a los abusos perpetrados llevó al desarrollo del Código de Núremberg sobre ética médica.
[5] Mientras asistía a la Universidad de Múnich (en la ciudad que permaneció como uno de los puntos centrales de Adolf Hitler durante el Tercer Reich) para estudiar filosofía y medicina con énfasis en antropología y paleontología, Mengele fue arrastrado por la histeria nazi e incluso dijo que «este simple concepto político se convirtió en un factor decisivo en mi vida».
[8] En Auschwitz, organizó experimentos genéticos en gemelos, dispuestos por edades, sexo y encerrados en barracas entre experimentos, los cuales variaban desde una inyección de químicos a los ojos para ver si podían cambiar los colores hasta coser a unos gemelos juntos para intentar crear siameses.
La primera era para establecer cuánto tiempo tomaría bajar la temperatura corporal hasta la muerte; mientras que la segunda se centraba en cómo resucitar mejor a la víctima congelada.
La tina helada probó ser la manera más rápida para provocar el descenso de la temperatura corporal.
Una sonda aislada que medía la caída de la temperatura corporal era insertada en el recto.
Se supo que la mayoría perdía el conocimiento y morían cuando la temperatura corporal caía a 25 °C.
Luego de contraer la enfermedad, los sujetos eran tratados con varias drogas para probar su eficacia relativa.
Los prisioneros eran expuestos al gas mostaza y otros vesicantes (por ejemplo, lewisita que les infligía graves quemaduras químicas).
[15] Estaban tan deshidratados que lamían el suelo recién lavado para beber algo y con esto llegaban a su agonizante muerte .
[22] Fueron exitosas las inyecciones intravenosas de soluciones que se especula contenían yodo y nitrato de plata, pero tenía efectos colaterales indeseados, tales como hemorragia vaginal, dolor abdominal severo y cáncer cervical.
Los prisioneros eran llevados a una habitación y se les solicitaba completar formularios, lo que tomaba dos o tres minutos.
[25] Otros reclusos sanos fueron utilizados para determinar la efectividad de vacunas y sustancias químicas.
El 25 % restante era infectado sin protección previa para comparar la efectividad de las vacunas y las sustancias químicas.
Probablemente este tipo de experimento fue el que sufrió en sus carnes Marcelino Bilbao Bilbao en Mauthausen, donde el médico Aribert Heim experimentó con treinta sujetos sanos de los cuales lograron salir con vida siete.
En septiembre de 1944, se dispararon balas envenenadas a unos sujetos experimentales que sufrieron tortura y muerte.
[30] Aquellos que sobrevivieron a menudo quedaron mutilados, sufriendo de discapacidad permanente, cuerpos debilitados y presión psicológica.
Varios alegaron en su defensa que no existía una ley internacional concerniente a la experimentación médica.