Hasta la fecha, no ha existido un consenso unánime entre los investigadores sobre la definición precisa de las experiencias cercanas a la muerte (ECM).
Según Félix Fernández Palacio, el principal desafío al definir las ECM radica en que muchas definiciones emplean nociones excesivamente vagas o ambiguas, como: «subjetividad profunda», «evento trascendental», «experiencia perceptual», «inusual», «intensa y significativa», «ultramundana», entre otras.
[40] Dos años después, la encuesta Gallup amplió esta casuística a cerca del 70% de los casos relevados.
[44] Aquí se analizan las cuatro más habitualmente presentes en las investigaciones: interioridad-exterioridad, mundaneidad-ultramundaneidad, agradables-desagradables y detalladas-no detalladas.
[45] Equivale, en gran medida, a lo que Sabom denomina una ECM «autoscópica», aquella donde el experimentador visualiza su propio cuerpo desde una perspectiva externa.
Cabe aclarar que estos mundos no suelen estar completamente separados el uno del otro.
Al final se llegó a un total de 16 elementos clasificados en cuatro grupos o componentes: cognitivos, afectivos, paranormales y trascendentales.
[57] En las ECM autoscópicas, la visión fue clara menos en 3 casos, 16 personas pudieron oír las conversaciones en la cercanía de su cuerpo físico, 3 podían moverse voluntariamente o con el pensamiento y 5 intentaron comunicarse con otros.
En su obra de 1993 el investigador Arvin Gibson presentó algunos datos sobre los elementos fenoménicos más frecuentes que encontró en la investigación expuesta en dicha obra y la anterior:[58] Las palabras que los experimentadores usaron para describir cómo se sentían durante la ECM fueron «amor» (47%), «paz» (45,7%), «calor» (20,5%), «energía» (7,2%) y «pureza» (4,8%).
En función a una encuesta realizada por internet en 2011, en la que participaron 613 supuestos experimentadores, Jeffrey Long considera que las ECM suelen incluir uno o todos de los siguientes doce elementos, usualmente dados en un orden consistente:[40] Se han recogido testimonios de ECM en muchas partes del mundo, lo cual evidencia que la experiencia tiene o puede tener lugar en todas o casi todas las sociedades humanas.
[66] Sí es más frecuente que los niños vean personas vivas, extraños y figuras religiosas como Jesús o ángeles.
[76][77] Es principalmente la ECM y no la cercanía a la muerte lo que produce cambios positivos en la vida de los experimentadores.
Muchos autores (Ring, Morse, Fenwick, van Lommel) coinciden en que la luz es el fenómeno más transformador de la ECM, junto con la revisión vital:[78] A continuación se detallan los cambios más destacados que aparecen en muchos estudios.
[73] Se ha apuntado que estos problemas podrían ser el comienzo de un avance positivo a nivel psicológico.
[73] Surgen problemas en la reconciliación entre las creencias anteriores y la aprendido gracias a la ECM o hasta dudas sobre la propia cordura.
Curiosamente, puede darse el caso inverso: los allegados generan demasiadas expectativas positivas sobre la persona que ha tenido la ECM y estas se ven defraudadas.
Otra debilidad importante es que están fundadas en argumentaciones de tipo analógico: «si las ECM son similares a otras experiencias producidas por causas fisiológicas determinadas, entonces las ECM también deben de estar producidas por esas mismas causas».
La psicóloga Susan Blackmore ha propuesto que el efecto túnel registrado durante las ECM es un evento alucinatorio producido por la hipoxia o escasez de oxígeno en sangre.
[109] Por tanto, las ECM podrían ser originadas por la hipercapnia o aumento del dioxído de carbono en sangre.
[112] Otra hipótesis, formulada por Karl Jansen, sostiene que las condiciones disparadoras de una ECM (como hipoxia, isquemia, epilepsia el lóbulo temporal etc.) pueden causar una gran liberación de neurotransmisor glutamato, que sobreactiva los receptores NMDA y produce neurotoxicidad.
[112] Además, las experiencias con ketamina suelen ser consideradas como alucinaciones por los experimentadores, lo cual no ocurre en el caso de las ECM.
[113] Michael Persinguer, analogizando las ECM con la estimulación eléctrica del lóbulo temporal, afirmó en 1989 que la mayoría de sus elementos fenoménicos pueden reproducirse en un contexto experimental mediante una baja inducción eléctrica, aunque de manera fragmentada (al contrario del carácter integrado que presentan las ECMs).
Council y Greyson han concluido que las personalidades propensas a la fantasía suelen testimoniar más ECM y que, además, los experimentadores puntúan más alto en la escala de ensimismamiento o absorción (fijación con el mundo interior).
Para Greyson, la ECM es una experiencia no patológica que incluye el mecanismo de disociación como una respuesta normal a un fuerte trauma.
Blackomre también ha descubierto que las personas nacidas por cesárea no tenían mayor ni menor propensión a testimoniar experiencias del túnel.
[127][128] Ofrecen mucho interés los casos de pacientes con paro cardíaco, pues se considera que la actividad eléctrica neuronal cesa al poco tiempo de producirse una parada cardiaca, según muestra el electroencefalograma (EEG), y que tarda un tiempo en recuperarse tras la reactivación del corazón.
[129] En un estudio se utilizaron equipos sofisticados para medir la actividad electroencefalográfica en pacientes críticamente enfermos donde el soporte vital fue retirado y se encontró que, en un momento donde ya no había presión arterial y el cerebro estaba llegando a un nivel crítico de hipoxia, era posible medir una cascada de actividad eléctrica.
[142][143] Pero hasta ahora los resultados han sido negativos: no se ha recogido ni un único caso de corroboración controlada.
A este respecto, Ring se lamenta que «treinta años después, [la corroboración controlada] sigue siendo un caso nulo».
Al enseñarle la fotografía de su padre biológico, el experimentador lo reconoció como la persona con la que había contactado durante su ECM.