Al mismo tiempo Gran Bretaña —que junto con Francia dominaba el norte de África— no quería que Napoleón III extendiera su influencia en la península para tener mayor control del Mediterráneo.
Los ingleses pidieron al Piamonte el envío de tropas y Cavour aceptó mandar dieciocho mil soldados.
Tras esta guerra se expulsó a los duques de Toscana, Parma y Módena, cuyos territorios fueron anexados al Piamonte.
Al tener un rey con poca autoridad y muy represivo, el pueblo era propenso a rebelarse.
[6] Ya en el 1820 y después en 1848 se dieron en Sicilia las primeras revoluciones, pues en la isla, más allá de los ideales unitarios (difundidos principalmente entre los intelectuales mazzinianos), se quería por encima de todo la liberación del dominio napolitano.
La desesperación de los voluntarios más cercanos a Garibaldi fue tal que decidió no partir.
Pero al día siguiente el estadista Francesco Crispi le envió otro telegrama inventando que la insurrección se ganó en Palermo.
[14] Formalmente Garibaldi consiguió las armas, porque según él, en su calidad de Estado Mayor del Ejército.
Por ello se enviaron naves que tratasen de interceptar a las embarcaciones garibaldinas.
Landi, que tenía otros mil quinientos hombres, no quiso ayudar al pequeño grupo y se retiró del campo, dejando solo a Sforza, quien también tuvo que retirarse.
Lanza contaba con 571 oficiales, 20 000 soldados, 681 caballos, 175 mulas y 36 cañones; pero también una población propensa a rebelarse.
Las pocas tropas meridionales de guardia opusieron resistencia, pero después escaparon hacia el Palacio Real, donde estaba Lanza.
[22] Garibaldi se acuarteló en el palacio Pretorio, desde donde incitó al pueblo a la revolución.
Lanza ordenó bombardear la ciudad desde los buques anclados en puerto y hubo 600 víctimas civiles.
En la mañana del 28 llegaron tropas enviadas desde Nápoles, pero no pudieron desembarcar hasta el día siguiente.
Garibaldi ordenó que, en caso de ataque enemigo, se retirasen al palacio Presidencial.
Con la Constitución, el soberano realizó un error fatal: en vez de dar una rápida solución a la invasión, al haber un Congreso las decisiones eran más lentas, y además, el Parlamento estaba formado por muchos liberales, que apoyaban la invasión.
Mientras tanto, Garibaldi seguía avanzado por Sicilia, y el general Bosco atacó con sólo 3000 hombres al enemigo, a pesar de no tener permiso.
[6] El mariscal Clary, comandante de Mesina que se había negado a mandar refuerzos a Milazzo, dejando inoperantes a veintidós mil hombres, el 26 de julio acordó con el general garibaldino Medici retirar sus tropas dejando sólo cuatro mil hombres en Sicilia, con la obligación de no atacar mientras no fueran atacados primero.
[26] Los 20 000 hombres garibaldinos entraron en Calabria, donde tampoco encontraron resistencia y, en sólo 17 días, llegaron a las puertas de Nápoles.
Así, Francisco II, el 5 de septiembre abandonó la capital para evitar que su población sufriera bombardeos con víctimas y pérdidas materiales.
[27] Otros pensaban que sería mejor avanzar hasta Salerno y en caso de derrota entonces retirarse al norte.
[31][32] El Rey Francisco II reorganizó su ejército de cuarenta mil hombres detrás del río Volturno, en Capua.
El ejército meridional se dividió en 4 columnas pensando juntarlas a la entrada de Caserta.
Garibaldi, que conocía las operaciones borbónicas, prefirió mantener su posición y tratar de resistir la avanzada meridional.
Por estos resultados Garibaldi solicitó ayuda militar al gobierno piamontés y Francisco II quiso aprovechar el estancamiento de los garibaldinos para volver a atacar; pero los generales le aconsejaron reorganizar las fuerzas y entonces se retiró de Capua a Gaeta.
La fórmula era: El pueblo quiere una Italia unida e indivisible con Víctor Manuel II como rey constitucional y sus sucesores.
A las 7 de la mañana del 14 de febrero del 1861, el rey y la reina abandonaron Gaeta y se embarcaron en una nave francesa que los trasportó a Terracina, en los territorios papales.
[41][42] Al caer Gaeta, sólo quedaban dos fortalezas de las Dos Sicilias: Mesina y Civitella del Tronto.
[46] En los años posteriores, debido a las dificultades internas a las que el nuevo Estado unificado se tuvo que enfrentar, muchos italianos —sobre todo desde las regiones meridionales del país— decidieron emigrar, especialmente hacia las Américas y en Australia.