El primer objetivo de un mago cuando realiza la evocación es tratar de conseguir que la entidad le revele sus atributos (poderes) así como sus trazos (signos), ya que así en lo sucesivo, puede conseguir los mismos propósitos recurriendo exclusivamente a la invocación.
La palabra latina evocatio, en la religión de la Antigua Roma, designaba a un ritual especial por el que se "convocaba" a la divinidad tutelar de una ciudad enemiga para que desviase sus favores al bando romano, habitualmente con la promesa de ofrecerla un culto mejor dotado o un templo más lujoso.
[2] La llamada a los espíritus fue una práctica relativamente común en el neoplatonismo, teurgia y otros sistemas esotéricos de la antigüedad.
La evocación, como arte mágico de convocar a espíritus, ángeles o demonios para atraer la inspiración espiritual, cumplir las órdenes del mago o proporcionar información está presente en muchas culturas que creen en los espíritus, como es el caso de las tradiciones chamánicas.
Tanto el taoísmo, como el sintoísmo, espiritismo o las religiones afroamericanas (Santería, Umbanda, etc.), tienen sistemas especiales de evocación.