Ella lo evitó diciéndole a sus hermanos que Eunosto la había tomado por la fuerza, entonces estos tendieron una emboscada a Eunosto y lo mataron.
Elieo atrapó a los asesinos de su hijo y los encarceló.
Entonces Ocna, abrumada por el remordimiento, le confesó a Elieo que sus acusaciones eran falsas.
Colono, que juzgó el asunto, envió a sus hijos al exilio, y Ocna se suicidó arrojándose por un precipicio.
Plutarco relata además que había un santuario de Eunosto en Tanagra, y que a las mujeres no se les permitía ingresar al recinto, ni siquiera en casos de emergencia como terremotos.