Muerto Etelberto, cuando reinaba en Kent su hijo Eadbaldo, el rey Edwino mandó pedir la mano de Etelburga.
Como se trataba de un caudillo pagano, Eadbaldo dudó si entregar o no a su hermana en matrimonio.
Gracias a la influencia de su mujer y a la predicación del prelado, Edwino terminó convirtiéndose al cristianismo, junto con sus magnates y gran parte del pueblo, en el año 627.
Cuando Edwino murió en la batalla de Hatfield Chase en 633, Etelburga y Paulino regresaron a Kent, puesto que la situación en Northumbria era muy inestable.
Posteriormente, fundó el monasterio de Lyminge en la villa romana que le había regalado Eadbaldo.