A cargo de esta obra estuvo el estadounidense Walton Evans, a quien se le encargó la revisión de los primeros 16 kilómetros de vía entre la estación Santiago y San Bernardo, pero la construcción de la estación en si no posee un autor directo.
El paso del ferrocarril por San Bernardo significó un reordenamiento y valorización de las propiedades que entonces estaban surgiendo en ese territorio.
Además se crearon viñas, moliendas y otras actividades vinculadas a la creciente industrialización agrícola.
Esto provocó que se crearan ramales o desvíos ferroviarios, para trenes a vapor o “carros de sangre”, desde la estación a molinos, o criaderos de plantas como la de Santa Inés, como también a la hacienda Lo Herrera.
[2] En el año 1996, luego de una licitación, la empresa Inversiones e Inmobiliaria Sur S.A. se adjudicó el recinto, formando junto a la Empresa de los Ferrocarriles del Estado la sociedad de Desarrollo Inmobiliario de San Bernardo S.A. (DIBSA), que se encargó de destruir una parte muy importante del patrimonio nacional, demoliendo la mayor parte de los antiguos talleres, conservándose para la posteridad solamente el Pabellón Central (donde eran reparadas las locomotoras) y el pórtico de entrada por Avenida Portales, que quedó obstruido por la construcción de viviendas.