Se formó en el taller familiar, interesándose desde muy joven por la iconografía religiosa debido a su personalidad beata y mística.
También envió una pequeña pizarra esmaltada a Hellín (Albacete), destinada al sagrario del santuario de su patrona, la Virgen del Rosario.
Ese mismo año volvió a Sèvres para perfeccionar su técnica; durante esa estancia, la revista Blanco y Negro publicó un artículo glosando su paso por la fábrica francesa.
Esperanza fue retratada por algunos de los artistas que visitaban el taller familiar de la capital segoviana, y el escultor Mateo Inurria la dedicó un busto.
Su muerte, con 55 años de edad, afectó profundamente a su hermano.