En Esperanza II, lleva un vestido largo o manto decorado con formas geométricas.
Un cráneo humano incongruente aparece sobre él – quizás una señal de los peligros del embarazo y parto, o más probablemente un memento mori (en Esperanza I, es también acompañada por un esqueleto y varias figuras tétricas).
A sus pies, tres mujeres se perciben sobre la tela también inclinando sus cabezas y las manos alzadas, como rogando o meditando.
La ropa de la mujer, decorada con pan de oro como una obra de arte bizantina y ricamente pintada y estampada, pero plana como un icono ortodoxo, contrasta con el naturalismo de los rostros humanos y la pálida carne delicadamente pintados, y también con el tono más oscuro del fondo.
Debido al crudamente escandaloso desnudo de su figura central, Esperanza I no fue exhibido hasta la segunda Viena Kunstschau el año siguiente.